martes, 29 de abril de 2014

Fantasías de violación: Un extraño fenómeno de la televisión de fin de siglo (I Parte)



La violación es un concepto tan delicado y tan poco entendido que no debería usarse en la ficción. La decisión de integrarla a “Downton Abbey” enturbió la atmosfera serena y sentimental de esa serie inglesa. Más alboroto ha causado recientemente el mal uso de la violación en la trama “Juego de Tronos”. Sin embargo, nada alcanza el paroxismo de la ficción literaria y televisiva de los 70’s y 80’s donde el ultraje sexual se convertía en un recurso romántico y se idealizaba al el agresor. ¿Se ha realmente superado esa imagente distorsionada de un  delito? ¿O acaso en días de 50 Sombras de Grey todavía hay quien ve el coito forzado como algo excitante y sin mayor trascendencia?

Fue una curiosa coincidencia que Mayra Alejandra falleciese la misma semana en que “Juego de Tronos” decidía deformar fatalmente  a su antihéroe Jaime Lannister convirtiéndolo en violador. Sucede que la telenovela más famosa de Mayra, “Leonela”, glorifica al agresor sexual y sus actos. “Leonela” fue uno más de los ejemplos de ficción que se adhirieron al culto del “héroe-violador”, una presencia persistente en el material de entretenimiento femenino.

El auge de la novela a fines del Siglo XVIII trae dos fábulas morales que buscan prevenir a las jovencitas burguesas. Rebelarse contra los dictados de sus mayores puede acabar con ellas en la cama de un violador. En Clarissa de Samuel Richardson, la protagonista, huyendo de un matrimonio impuesto por su familia, pone vida, cuerpo, y reputación en las manos del calavera Lovelace. Cuando Clarissa Harlowe se rehúsa a casarse con él, Lovelace la viola y degrada. Choderlos de Laclos en su Les Liaisons Dangereuses presenta  a otro noble libertino, El Vizconde de Valmont que, por una venganza absurda, abusa de una jovencita recién salida del convento.
Clarissa violada


El problema es que innumerables adolescentes, por casi dos siglos, al leer estas novelas cierran los oídos a los alertas de los autores y acaban enamoradas de estos seductores criminales. Cuando estos cautionary tales pasan a la pantalla subliman a los protagonistas a pesar de lo censurable de sus actos. Aunque en la adaptación de la BBC, la violación de Clarisa Harlow es terriblemente gráfica, pocas espectadoras sentían rabia contra Lovelace interpretado por un joven, pero sexy desconocido (entonces) llamado Sean Bean.


Lo mismo ha ocurrido con las innumerables versiones de Las Relaciones Peligrosas. Por empezar está el hecho de que a Valmont siempre lo han interpretado símbolos sexuales de todas las épocas como Gerard Philipe, Colin Firth y Ryan Phillippe. Aun mas reprensible es que se esmeran los productores en hacer pasar la desfloración de Cecile como seducción cuando el libro explícitamente demuestra que Valmont utiliza el chantaje y la fuerza para poseer a a niña.



Casi doscientos años después de la publicación de estas novelas, la cultura de masas todavía exhibía una actitud ambigua hacia la agresión sexual. Como los códigos legales occidentales se tomaron su tiempo antes de aceptar que la violación marital era un delito, no es de sorprender que Margaret Mitchell asumiera que su primer marido no había hecho nada censurable al golpearla y forzarla. Pero como toda victima, la escritora llevaba un drama interior el cual solo podía exorcizar  a través de su pluma.

Amo Lo que el viento se llevó, es mi novela favorita, amo a Rhett Butler, pero no puedo negar que él viola a Scarlett. Es cierto que ella lo humilla, le niega sus derechos, pero también es cierto que  esa noche, ebrio y en un arrebato de celos, la carga hasta el dormitorio y la ataca sexualmente. Lo curioso es que ni Scarlett ni la autora tienen reproches para Rhett. Scarlett está gratamente sorprendida puesto que la agresión ha dado como resultado su primer orgasmo. Para Peggy Mitchell una violación se vuelve un recurso para hacer aflorar el deseo reprimido de su heroína.


Scarlett es una mujer que ha roto muchos tabúes, vive más allá de los límites que su sociedad impone a las mujeres, pero tiene una restricción: el amor carnal. Rechaza el aspecto físico del amor y a pesar de haber estado tres veces casada, su imagen de la pasión no llega mas allá de los castos besos que ha intercambiado con su gran amor, Ashley Wilkes. Solo por la fuerza llega a descubrir el lado positivo del sexo.

En su escandaloso (para la época) bestseller Peyton Place, Grace Metalious describe el martirio de Selena Cross, una humilde habitante de un pueblecito de Nueva Inglaterra que desde los 14 años es abusada por su padrastro. Esto acaba cuando el medico del pueblo ahuyenta a Lucas Cross. Años más tarde, Lucas regresa a la vida de su hijastra, intenta violentarla y ella lo mata. Selina es llevada juicio. Incapaz de contar su verdad,  enfrenta la amenaza de la horca, pero el Dr. Swain declara a su favor, cuenta su tragedia e incluso revela como le practicó un aborto ilegal a la chica. El conservador y puritano pueblo de Peyton Place toma una decisión asombrosa: declaran inocente a Selina y permiten que el Dr. Swain siga practicando la medicina. Esa es su manera de hacer justicia y demostrar su solidaridad con una mujer violada.

Lloyd Nolan como el Dr. Swain y Hope Lange como Selena

Lo curioso es que Metalious incluye otra violación en el mismo libro, pero la presenta de una manera  totalmente diferente. Constance es la madre de la protagonista. Todo Peyton Place la cree una viuda irreprochable únicamente dedicada a sacar adelante a su hija Allison. En realidad, Connie fue amante de su jefe casado en Nueva York y Alison es el fruto de esa relación ilícita. Ella vive con dos temores: que alguien revele su secreto y que Allison repita su historia.

Atraída por Mike Rossi, maestro de su hija, Connie acepta salir con él. La cita acaba con Rossi golpeándola y violándola. Mike ha notado que Connie es una hipócrita que reprime sus deseos carnales bajo una apariencia puritana. La fuerza es su manera de conseguir que Connie se manifieste como  la mujer apasionada que es. Como Peggy Mitchell, Grace Metalious convierte el sexo no consentido en un medio para despertar la pasión y destruir inhibiciones. Es que en la literatura “rosa” o femenina, la violación puede  ser un instrumento de múltiples propósitos.

Lana Turner como Connie Mackenzie


En 1971, Dame Catherine Cookson, reconocida autora de novelas sentimentales, publica The Dwelling Place, un romance histórico donde la heroína Cissie pasa de mendiga a señora de la región gracias a... ¡Sii, una violación!


A sus quince años Cissie pierde a nueve de sus hermanos y a sus padres, todos victimas del cólera. Pierde su casa cuando la embargan sus acreedores y a su novio Matthew, cuando éste se casa con la hija del molinero. Cissie se lleva a sus ocho hermanos restantes a vivir a una cueva que queda en las tierras de los Fichdel. Cuando Cissi araña a Isabella Fichdel, ésta obliga a su hermano Clive a vengarla. ¿Que mejor venganza que violar a la cavernícola?


Lord Fichdel al enterarse de la última travesura de su hijo, lo mete en la Marina, encierra a Isabella y le quita el hijo a Cissie. Años más tarde, Clive regresa reformado y deseoso de enmendar sus errores, le devuelve el hijo a Cissie, y terminan casados. Aunque la historia nos parezca aberrante, lo que hace la autora es elevar socialmente a Cissie gracias a una violación. Su recompensa es convertirse en Lady Fichdel aunque el precio sea un ataque sexual.


Un año después de la publicación de The Dwelling Place, Kathleen Woodside revolucionaría la novela rosa con la publicación de The Flame and the Flower. Aparte de incluir sexo grafico en el romance histórico y ser la pionera del subgénero bodice-ripper (rompe-corpiños), Mrs. Woodside populariza al héroe violador.


La trama tiene lugar en Londres a inicios de Siglo XIX. Heather Simmons es una huerfanita que mata a un hombre que intenta forzarla. En su huida, termina ocultándose en un barco anclado en el muelle. Brandon Birmingham, el capitán, la descubre y creyéndola una prostituta la viola.  A descubrir que era virgen, le ofrece hacerla su amante. Cuando ella se niega, intenta abusarla de nuevo. Heather logra huir  y encuentra refugio con sus tíos. Al enterarse que está embarazada, ellos obligan al Capitán Birmingham a casarse con Heather. La infeliz pareja se embarca hacia las propiedades de Brandon en Charleston. Ocurren mil peripecias, hasta que finamente después que Brandon rescata a Heather de otro intento de violación, ambos se confiesan su amor. Esta novela hizo historia, y por las próximas dos décadas fue la influencia mayor en las escritoras de romances históricos.

Confieso haber sido adicta a los bodice-ripper y ser dueña una colección de como doscientos volúmenes, escritos entre 1974 y 1990. Puedo aventurar que casi la mitad de ellos inicia con la heroina (siempre virgen) violada por el héroe. Este tipo de literatura, escrita por mujeres y para mujeres, exalta la fantasía de la violación, siempre y cuando cuatro reglas estén presentes: el violador de ser atractivo y millonario (muchas veces se trata de un aristócrata); la agresión no incluye violencia extrema; el 90% de las veces la violada llega al orgasmo; y al final del cuento victima y violador se casan, son felices y  están muy enamorados.

(deviantart.com)


¿Por qué la agresión sexual se volvió un cliché del romance histórico? En su momento, Kathleen Woodside dijo que le resultaba inconcebible que una tímida virgen decimonónica se entregase a un desconocido, por  lo tanto la entrega debía ser contra la voluntad de la victima. ¿Era esa la única razón?  ¿No había algo en la cultura de entonces que hacía excitante el sexo forzoso?

La fantasía de la violación es muy común en mujeres que temen entregar el control de su cuerpo o se sienten incomodas ante la exigencia de ser sexualmente activas. Después de la Revolución Sexual de los 60s, del advenimiento de la píldora y del culto al amor libre, muchas mujeres se asustaron ante una libertad impensada que las obligaba a asumir riesgos y  deberes. Los mensajes cruzados del feminismo también nos confundían, principalmente a las jóvenes. El auge de enfermedades venéreas como el herpes y  el Sida en los 80’s terminó por otorgarle a sexo una aura excitante, pero peligrosa. De alguna manera, la fantasía de violación conllevaba una evasión de responsabilidades y  sentimientos de culpa.

(tumblr.com)


Los 80’s (lo que hoy se conoce como La Era de Reagan) trajo un retorno de valores antiguos a la sociedad estadunidense, entre ellos una renovada admiración por la castidad. Muchas adolescentes y jóvenes de entonces idolatrábamos a Brooke Shields que juraba no perder su virginidad hasta estar casada, y a Diana de Gales que supuestamente había llegado virgen a su noche de bodas. En ese contexto, era difícil dar un paso hacia perder a virginidad fuera del matrimonio. Las heroínas violadas en los romances históricos telenovelas y soap operas eran afortunadas. Disfrutaban del sexo, pero sin responsabilidad ni estigma. Este caía sobre el violador que se veía obligado a casarse con ellas.



No creo que ninguna de nosotras creyera que esos encuentros sexuales eran realmente violaciones. Teníamos claro que “violación” era un delito, un acto brutal que destruía la victima y que era perpetrado por  psicópatas asquerosos. Eso nos lo dejaba claro un subgénero fílmico también de moda. Las “Rape and Revenge Movies” (Películas de violación  y venganza).  En ellas la protagonista era ultrajada brutalmente, a menudo por una pandilla. Tras sobrevivir a la agresión, la mujer buscaba a cada uno de sus agresores y los mataba con lujo de crueldad. Aunque ese tipo de cine fingía enpoderecer a la victima, ninguna de las espectadoras deseaba parecerse a ella. La tesis era que la violada se convertía en un monstruo, igual o peor que sus atacantes, más o menos lo que había retratado Rómulo Gallegos en su clásico Doña Bárbara.

Yo vine a caer en cuenta que vivía una cultura de violación en mis años universitarios gracias a un debate en una clase de literatura provocado por una de Las Novelas Ejemplares, “La fuerza de la sangre” de Miguel de Cervantes. En el relato cervantino, Leocadia una adolescente toledana es raptada y violada por el noble Rodolfo. Embarazada y abandonada, Leocadia recibe el apoyo de sus abuelos, pero más adelante, reconoce a su atacante. La misma familia de Rodolfo lo obliga a reparar su falta casándose con la chica. Colorín, Colorado, todos contentos menos yo.

Se me ocurrió argumentar que mal premio era para Leocadia ser obligada a casarse con un criminal con conductas psicópatas. Lo extraordinario es que tanto el profesor como mis compañeros (incluso las mujeres) me miraban como si fuera un bicho raro. ¿Cómo no? Si estábamos en 1985, y la cultura de masas femenina enaltecía a los violadores. La cultura de masas latina y también la angloparlante.

En el mundo de la ficción rosa latina, sea novela, radioteatro  teleserie, la violación siempre es una pesadilla que acecha a la heroína, con determinadas variantes. Los villanos suelen ser violadores, es parte de su imagen. Un castigo que casi siempre espera a la villana es ser ultrajada. La heroína muchas veces cree haber sido violada, por lo tanto es indigna del héroe, pero al final se descubre que es pura y casta. La ultima y peor variación es cuando  el héroe utiliza la violación como un modo de conseguir el amor de la heroína.

Todos estos ejemplos deben sonar familiares a los conocedores de las telenovelas de Delia Fiallo, una autora icónica que  fue quien mejor desarrolló el tema de la heroína violada y su heroico agresor. En 1975, Doña Delia presagia ya la telenovela didáctica con su “Una Muchacha llamada Milagros”. El Dr. Juan Miguel Saldivar (José Bardina) es un eminente siquiatra. Su prestigio profesional le ha conseguido un puesto importante en la alta sociedad caraqueña. Todos admiran su profesionalismo, sapiencia y dedicación a rehabilitar a jóvenes delincuentes, a pesar de que tanto trabajo lo aleja de su familia. Su esposa y conocidos se sorprenden ante el cambio del médico,  puesto que en su juventud Juan Miguel era un tarambanas, parrandero, mujeriego y casi un alcohólico.



 Un día el Dr. Saldivar se encuentra ante un caso difícil. Milagros (Rebeca González)es una chica semi delincuente, hosca, agresiva y que detesta los hombres y su contacto. Bajo hipnosis, Milagros revela su secreto. A los catorce años, acabada de fugarse de un orfanato, fue violada por un desconocido en un oscuro callejón. El siquiatra muy alterado busca a un amigo y colega y se confiesa con él. Hace años, Juan Miguel atacó a Milagros. Ese fue el punto de quiebre en su ida cuesta abajo. Desde entonces ha tratado de enmendar su vida. Pero tal enmienda no existe si Milagros no es feliz.

Aprovechando que su esposa convenientemente se ha ahogado en un crucero, Juan Miguel decide casarse con Milagros. Como la chica está enamorada de su protector, acepta feliz, pero antes se comprometen a que su matrimonio nunca será consumado puesto que Milagros rechaza el amor físico. La noche de bodas, cuando Saldivar se prepara para dormir en el sofá de la sala, Milagros lo llama y terminan haciendo el amor. La experiencia aunque placentera, despierta los recuerdos de la novia. En sueños revive su tragedia y reconoce el rostro de su atacante. ¡Ahí arde Troya! Casi cinco meses les toma a la pareja reconciliarse y perdonarse.

Como nunca realmente vemos la agresión, como conocemos a los protagonistas casi una década después de ocurrido el delito y como solo observamos el lado bueno de Saldivar, nos es mas fácil perdonarlo. Es tan evidente su arrepentimiento, su necesidad de auto castigarse, su propósito de enmienda, que incluso sentimos que Milagros es injusta con su violador. UMLM fue un éxito tremendo como lo fue también su refrito de 1987, “Mi Amada Beatriz”, el primer protagónico de Catherine Fullop.

En el 2008, Televisa hizo una versión mexicana de esta historia y la protagonizó una de las súper parejas telenovelera: Wiliam Levy y Maite Perroni. Pero los tiempos habían cambiado y en esta versión Marichuy cree haber sido violada, pero todo lo que lo hizo el siquiatra fue “robarle” un beso. Como conservaron casi enteros los diálogos originales este cambio a veces resulta confuso para los televidentes y lúdico para quienes conocíamos a historia.

Después de “Milagros”, Doña Delia siguió experimentando con el tema de la violación. En “Emilia” el héroe, creyéndola amante de su padre, exige de la protagonista que le “pruebe” que es virgen. Emilia se niega y Alejandro la viola. A todos nos parece increíble cuando ella lo perdona y se casan. Pero la apoteosis del héroe violador”fiallesco”  llega con la escandalosa Leonela.





Desde el primer capitulo que la audiencia estaba al borde de una silla, porque nunca se había visto una telenovela tan bizarra. Todo lo rosa de Delia Fiallo se teñía de negro o rojo vivo en a historia de la Dra. Leonela Ferrari, abogado, niña bien, millonaria y a punto de casarse con otro nene del jet set. Solo que como dice el inolvidable tema de Gualberto Ibarreto: “Aquella noche un vagabundo cambió tu risa en amargura”. Paseando por su playa privada Leonela es atacada, golpeada y despojada de su virginidad por el marginal y semi analfabeto Pedro Luis.


Tras saber el calvario que debe pasar una mujer que quiere denunciar un abuso sexual, Leonela decide ocultar su vergüenza, solo sus íntimos se enteran. Pero el violador, que realmente parece un poco tarado, comienza a perseguirla y acosarla. No se da cuenta que ha cometido un delito, cree que Leonela es ahora su mujer y quiere casarse con ella. Otto, el novio de Leonela, también quiere casarse con ella, pero exige que aborte el fruto de su violación. Leonela y su tía van a una clínica clandestina. Allá las sigue Pedro Luis, pelean y él termina arrojándola por una escalera. Leonela no aborta, pero su familia decide cortar por lo sano, y mandan matar a Pedro Luis. El violador, que tiene más vidas que un gato, mata al asesino. Leonela exasperada denuncia a Pedro Luis.

Hay un juicio, Leonela representa a la parte acusadora y el acusado es condenado a diez años de prisión. No se detiene ahí la venganza de los Ferrari. Acosan a la familia de Pedro Luis, los hunden en mayor miseria. El padre muere de un infarto, su hermano de un coma diabético. Un día, Pedro Luis recibe una visita en la cárcel. Es Nieves María, su cuñada viuda (que está enamorada de el). Le muestra a su hijo Pedrito. Leonela rechazó al niño y los Ferrari lo enviaron a un orfelinato de donde Nieves lo rescató. Pedro Luis se llena de odio contra los Ferrari y contra la mujer que no tuvo piedad de un inocente.

Pasan diez años, Leonela es una mujer apagada, dedicada totalmente a su profesión. Aunque tiene un pretendiente, es incapaz de tener relaciones íntimas. La vida ha sido generosa con su atacante. En la cárcel, Pedro Luis estudia Leyes y recibe una herencia de un compañero de celda. Sale de prisión convertido en millonario y flamante abogado. Su propósito ahora es vengarse de Leonela  y su familia. Arruina las empresas del padre de Leonela y provoca su muerte. Pero la Da. Ferrari está demasiado deslumbrada por quien ahora es su colega e igual socialmente,  y no le hace muchos reproches. Además le ha bajado el amor maternal y quiere recuperar a Pedrito. Se casa con Pedro Luís, pero en la noche de bodas ya sabemos lo que pasa.



Pedro Luis se sulfura. Cree que la frigidez de Leonela es una manera de castigarlo. Se busca varias amantes. Leonela va al psiquiatra. El psiquiatra se enamora de Leonela. Una de las amantes de Pedro Luis trata de matar a Leonela. En medio de todo este atado de chorizos, Leonela y su marido tienen una de sus famosas peleas. Están ahí escupiéndose y lanzándose platos a la cabeza cuando a Pedro se le ocurre recrear su magna escena de violación. ¡Y voila! Leonela queda curada y tiene un mágico orgasmo.

Vi esta historia desde el inicio hasta la palabra “Fin”. La seguía con mis padres. Aunque mi padre siempre le daba la razón a Pedro Luis, Mi Ma y yo  odiábamos al violador. Lo extraordinario es que el público de ambos sexos parecía solidarizar con el protagonista. Nosotras estábamos en minoría, pero creo que rechazábamos la historia por la razón equivocada. Por empezar no se seguían las reglas de la fantasía de violación. Más encima no soportábamos a Carlos Olivier. Lo encontrábamos feo, pesado y mal actor.
(pipes.yahoo. com)


Diecisiete años mas tarde, en Perú hicieron un excelente refrito de Leonela protagonizado por la desaparecida Mariana Levy y (¡Slurp!) Diego Bertie. Ver a Bertie en el rol del violador me hizo mas apetecible la historia, pero con mi mirada  enfocada al Tercer Milenio traté de encontrar alguna moraleja a una fabula que denigraba e incluso culpaba a la violada.

Primero la percibí como una historia de “perdón” Demostraba que el amor podía nacer de las circunstancias mas viles. Cuando ese postulado no me convenció, pasé a creer que Leonela siempre rechaza al violador, pero se enamora del nuevo Pedro Luis, rehabilitado y bañadito. Solo en su noche de bodas se atreve a asociarlo con el mugroso que la ultrajó.

Finalmente di con la tesis de tan  desacertado drama. Leonela, más que la historia de una violación, es un relato de lucha de clases. La agresión sexual es un castigo karmico que le cae a Leonela por sentirse la reina del “entitlement”. El primer siquiatra al que visita le dice que le será mas difícil  supera su trauma “¡porque lo ha tenido todo!!!”. Se supone que es culpable de los pecados de su familia y de su novio porque en vez de denunciar sus conductas prepotentes las apaña. En cambio, Pedro Luis tiene la excusa de venir de la miseria y de la ignorancia. El salda su deuda con la sociedad, peo Leonela debe pagarla eternamente.

La originalidad de Leonela es que por primera vez se usa la violación para castigar a una “chica buena”. La violación como medio de redimir a una villana es un lugar común de telenovelas, soap operas y hasta series modernas como “Sons of Anachy” donde el personaje negativo de Gemma se humaniza tras ser agredida sexualmente. ¿Qué tipo de mensaje se transmite ahí?

A favor de Delia Fiallo, debo decir que no fue ella la única en describir heroínas violadas  o redimir a violadores. En una ocasión hice una lista que abarca 30 años de violación en las telenovelas. Alguien tuvo la cortesía de guardarla y aquí se las dejo.


En la próxima entrega, hablaremos del héroe violador en la televisión angloparlante, que también los hay ahí.

6 comentarios:

  1. Sí que es cierto que la fantasía de la violación existe, pero no se trata realmente de una violación, sino de un simulacro de violación. ¿Por qué? Porque en esa fantasía a la mujer le excitan sexualmente tanto el hombre como el acto que lleva a cabo, y en realidad no se niega porque no lo desee, sino por razones ajenas tanto al hombre como al acto (soy virgen, estoy casada (con alguien a quien no amo, por supuesto), tengo miedo al sexo, ect). Es una forma, en definitiva, de gozar del sexo salvaje y prohibido sin culpa alguna. ¿El problema? Que eso no es más que una fantasía. No tiene nada que ver con la realidad. Yo puedo fantasear sobre lo mucho que me gustaría volar entre las nubes, pero con el vértigo que tengo antes me muero que tirarme en ala delta o en paracaídas. Hay personas que fantasean con ver a su pareja teniendo relaciones con otra persona, o que tienen fantasías homosexuales, y sin embargo esas mismas personas se llevarían un disgusto de muerte si su pareja les pone los cuernos y no tendrían relaciones con alguien de su mismo sexo ni borrachas. ¿Por qué? Pues por eso, porque las fantasías se llaman precisamente así por carecer de una base real. Una violación real no tiene nada de seductor ni de erótico: es una agresión dolorosa, humillante y traumática. Porque, insisto, si realmente te gustara o la desearas, ya NO sería una violación. Entiendo que haya novelas rosas que las incluyen porque al fin y al cabo no se trata de otra cosa que de plasmar en papel las fantasías sexuales de las lectoras que las compran, pero a mí no me gustan nada porque creo que pueden llegar a sentar un precedente peligroso: que los hombres crean que, en la vida real, la mujer dice "no" cuando en realidad quiere decir "sí". Y todas sabemos que eso estará muy bien para masturbarte (hablando en plata), pero cuando se trata de tener relaciones reales con hombres reales, "no" quiere decir "no". Existen roleplayings de violación entre los juegos sexuales de algunas parejas aficionadas al BDSM, cierto, pero son siempre actos consensuados y hablados previamente en que las dos personas se cuentan sus deseos y marcan los límites. Vuelta a lo mismo: no son violaciones reales. Una violación, por el mero hecho de serlo, implica falta de consentimiento de una de las partes. Y si no consientes es porque el tema no te apetece nada. Fin de la historia.

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  2. De acuerdo no son violaciones reales, pero de alguna manea dejan mensajes cruzados. En este post hablo de un pasado, de una época en que no se tenía claro lo que era una violación, pero en mi próximo post veremos que el retrato de la agresión sexual, o sexo degradante o sexo rudo, o sexo que uno de los participantes no quería, pero no avisó a tiempo, sigue dejando esa imagen de mujer que consiente aunque diga "No".
    Muchas gracias, Reina Estelwen, por trasladar tu comentario. Es que me da pena ver un post sin comentarios.

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  3. Excelente articulo, amiga! Hay tanto que decir sobre este tema que ni se por donde comenzar. Veamos, en primer lugar, no me acordaba la violacion de Connie en Peyton Place, asi que acabo de releer esa seccion. Supongo que no impacta de la misma forma que la violacion de Selena (que por cierto era morena/gitana en el libro, no?) porque la autora da a entender que Connie si quiere (le dice que apague la luz y donde queda su cuarto, ademas despues de que tienen relaciones, ella solo le pregunta si puso seguro en la puerta (!) Osea que lo unico que le importa es que los demas no se enteren.). Como dices, parece ser que la violacion era la unica forma de hacer que las mujeres antiguas (reprimidas por la sociedad, religion, etc) disfruten su sexualidad. Encontre un articulo interesante donde se analiza la sexualidad y la represion en Peyton Place y Pleasantville aqui:

    http://voices.yahoo.com/peyton-place-pleasantville-mirroring-distortion-107410.html?cat=17

    Como dices, lo mismo pasa con Scarlett que esta dichosa despues de la "violacion" pero su orgullo no le deja demostrarselo al arrepentido Rhett.

    No me imagino a Colin Firth como Valmont! Yo solo vi la version de John Malcovich y un poco de Cruel Intentions (no soporte verla en contexto moderno!!)

    Pensando en las novelas de Delia Fiallo me sorprende tanto que al final las violadas terminen felices de la vida con los violadores. Me parece imposible que en la actualidad el publico tolere eso, por mas que la telenovela tenga por ley que tener un final feliz. Sabes que vi Emilia pero no me acordaba ya de que se trataba. Como es que Alejandro logra que Emilia (y el publico) lo perdone? Como te decia en privado, Pedro Luis es tan desatinado cuando empieza a perseguir a Leonela, pero como dices, quizas con todo lo malo que hace ella despues parece que "redime" a Pedro Luis ante la audiencia. Cuando mencionaste las heroinas que se creen violadas pero no lo son, me vino a la mente Maricruz de Quinceanera. Me acuerdo que me parecia tan canson su drama! Si la segui viendo fue por la historia de Beatriz (Thalia) que me encantaba. Por cierto, cuando Maite Perroni le estaba reclamando a Levy en el video que pusiste me parecio estar escuchando a una de las Marias de Thalia! Que ridiculo eso del "beso robado" (quien no quisiera un beso de Levy, ja ja!) Como dices, si ya decidieron llevar a cabo esa historia deberian haberla dejado asi; sino el trauma de la prota resulta poco creible.

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    1. Cierto, Gata Lorena, en del libro se habla mucho de la dusky beauty de Selena. Hope Lange, aunque rubia, estuvo muy bonita en ese papel, fue nominada a un Oscar. En el filme El Dr. Swain no le hace un aborto solo oculta que perdió al niño cuando se cayó a una zanja. En La Caldera del Diablo, la versión televisiva de PP, no podían por los estándares de entonces incluir el incesto, así que Selena no aparece. En cambio se inventan a Rita Jacks que era como la chica mala del pueblo. Tenía un novio llamado Joe, otro delincuente. Ella trata de regenerarse y se echa un novio decente, pero una noche Joe la encuentra y la viola. Ósea, yo tenia 11 años y tenia clarísimo que era violación porque ella grita “no”, llora y Joe la arrastra hasta un galpón abandonado. El hecho es que luego ella le cuenta a alguien “que le gustó” y MI Ma decía “ves, le gustó´, entonces no es violación”. Esa es la manipulación del público que menciono, la que crea ambigüedades peligrosas.
      Lo de Connie para mi es violación del momento en que Mike le suelta una cachetada. Tiempo después cuando son novios, ella se acuerda y tiembla y el la abraza y le dice que trate de olvidar y agrega algo como “Esos no éramos tu y yo”. Da a entender que no fue una experiencia de la que se sienta orgulloso
      Emilia tiene tres versiones. La primera fue Rosario en los Sesentas. Esa no la vi. Luego la de Eluz Peraza y Eduardo Serrano, y la ultima la peruana con Coraima Torres y Juan Soler. En Emilia, la venezolana, lo perdona así como así, solo porque esta embarazada. En el capitulo final, en su noche de bodas, ella le dice “ahora vas a tener que ser muy dulce conmigo”. Y mi mamá y yo “¡Guácala!” No se como lo perdonará en la peruana, pero me contaron que ahí Alejandro la viola dos veces (¡!!)
      Si puedes ve Leonela (versión Levy-Bertie) en YT, esta completa. Ahí todo es mas claro, el contraste entre el Pedro Luis educado, y el medio bruto que persigue a Leonela. Y ella sintiéndose tan humillada “Venir a ser violada por este mequetrefe”. Cuando edro está en la cárcel Leonela va a verlo y se burla de el y le dice algo así como “Como tu pareces que eres tonto, te voy a tener que explicar...” Y claro cuando el sale de la cárcel, los papeles se invierten.
      Ohh a mi me gustó ´Quinceañera, y me creí el cuento de Maricruz, pero, obvio, yo era fan acérrima de Beatriz, el único rol de Thalia aguantable.
      Ayy, no te rías de mi Marichuy. Gané plata gracias a ella. Hasta hice cartas a Santa Claus (para el especial navideño) imitando su manera de hablar. Adoro a Maite, en serio. Por eso me voy a tragar “La Gata”. Y Levy, ni hablar. ¡Papacito! (aunque me cuentan que es súper prepotente).
      No lo del beso robado era increíble, porque incluso le van a quitar la hija a Levy cuando la suegra lo denuncia que fue “un violador” (en a original), pero aquí lo llevan hasta un juicio por se “un ladrón de besos”. ¿Aparte de qué quien persigue a una niña bajo a lluvia, de noche, nomas para besarla?

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  4. Retiro lo dicho sobre que no puedo concebir que una audiencia moderna tolere este tipo de relaciones porque me acabo de acordar de 50 Shades of Grey y lo exitoso que ha sido un galán que disfruta de pegar y humillar a una mujer (como es rico y guapo, las fans pasan por alto su conducta. También creo que la autora utiliza el mecanismo de que a Anastasia le gusta para que las acciones de Grey sean no solo sean toleradas sino también aceptadas).

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    1. De lo de las 50 Sombras y su perpetuación del mito del héroe violador hablaré en mi próximo post.

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